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La coprofagia es el comportamiento de consumir heces, ya sea propias o de otros animales como gatos o pájaros. Especialmente los cachorros y animales jóvenes ingieren con frecuencia una gran cantidad de materiales no considerados como alimento como plásticos, piedras o madera. Sin embargo, para nosotros nos resulta especialmente desagradable la ingestión de heces y podemos llegar a cuestionarnos la salud y el bienestar de nuestro perro tras la realización de esta conducta.
Algunos autores consideran que la ingestión de materiales y heces puede considerarse como parte de la conducta exploratoria normal de los cachorros, ya que ellos se relacionan con su entorno a través de la boca (exploración oral). Otros expertos sin embargo califican esta conducta como anormal, exceptuando la conducta de ingestión de heces y orina que se da en las madres para la estimulación genital de los cachorros recién nacidos, puesto que ellos por voluntad propia todavía no han aprendido el reflejo excretor y de micción.
La coprofagia puede tener muchas causas
Por lo tanto, la coprofagia no tiene una causa directa, sino que su etiología es variada y dependerá del caso concreto. En algunos casos aunque de forma infrecuente, ciertas deficiencias nutricionales pueden provocar la conducta de coprofagia. También algunos problemas médicos como insuficiencia pancreática, crecimiento bacteriano intestinal anormal, alteraciones esofágicas como megaesófago, parásitos intestinales, problemas endocrinos etc pueden llevar al animal a consumir heces. Pero no quiere decir que si tu perro realiza esta conducta, tenga automáticamente un problema orgánico, médico o desnutrición. Como hemos comentado, las causas de la coprofagia son muy variadas y dependerán del perro.
Otros perros pueden llegar a realizar coprofagia por ansiedad o aburrimiento, cogiendo la costumbre de comer heces omo forma de aliviar el estrés, la ansiedad etc. Y en otros casos, la ingestión de heces puede darse por un comportamiento compulsivo del animal o un hábito desarrollado.
Como vemos la coprofagia requiere una evaluación exhaustiva del animal, su comportamiento, las situaciones en las que se da la conducta y en definitiva un abordaje cercano al caso. En caso necesarios deberemos consultar a nuestro veterinario, que podrá realizar si considera conveniente exámenes para descartar posibles problemas médicos y ofrecer una orientación idiosincrática sobre como abordar este problema de comportamiento. Además, mantener un entorno limpio y supervisar al perro cuando esté al aire libre o en posible contacto con heces puede ayudar a prevenir su ingestión, especialmente si las que ingiere son de otros animales.
El tratamiento de este tipo de problemas incluye diferentes medidas según el caso concreto:
Si la causa es aburrimiento o ansiedad, podemos aumentar la estimulación mental del animal con juguetes educativos apropiados o enseñando al animal a buscar objetos o comida por la casa.
Para mejorar la manejabilidad del animal podemos enseñarle la orden de "dejar" objetos. Con palabras claves como "suelta" podemos mejorar el tratamiento del animal a la hora de evitar que consuma y poder ofrecerle distracciones alternativas.
Evitar el castigo por defecar en casa. El perro no asocia el castigo con el acto de defecar, pero sí puede asociar que la presencia de las heces predice un castigo, por lo que las ingiere para "hacerlas desaparecer" y evitar dicho castigo.
En el caso de que ingiera sus propias heces. Suplementar la dieta con productos que contengan tripsina o enzimas proteolíticas. Estas enzimas están presentes en la piña, la papaya, la calabaza o el calabacín que añadidas a la dieta pueden modificar el olor de las heces del animal haciéndolas desagradables para su ingestión.
Evitar zonas de paseo donde el perro haya aprendido que encuentra heces o prevenir el acceso a las mismas llevándole cogido de la correa.
Espolvorear pimienta molida sobre algunas heces y permitir al animal que las huela. Con ello se pretende ocasionar una irritación cuando el perro las olfatee.
No se recomienda el uso de productos como la apomorfina, que provocan el vómito tras la ingestión de las heces para la búsqueda de la aversión condicionada. Se basan en que si el animal asocia la ingestión de las heces con el vómito posterior, se producirá una aversión hacia ellas que eliminará la conducta. La efectividad de este método parece ser escasa y suele ser complicado y contraindicado para la salud llevarlo a cabo de manera continuada y suficiente para producir el condicionamiento, por lo que no se recomienda.