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Es una enfermedad hereditaria que afecta a los dos ojos por igual, en la que los fotorreceptores de la retina se van deteriorando de forma progresiva perdiendo la capacidad de captar la luz. El animal va dejando de ver de forma paulatina, hasta que se queda completamente sin vista. Esto dificulta su detección temprana puesto que el propietario no se da cuenta hasta que la enfermedad está ya muy avanzada. Esta enfermedad suele manifestarse de forma grave a partir de los 8 años, aunque su desarrollo suele comenzar desde los 2-3 años de edad.
Los animales afectados dejan de ver en las situaciones de luz tenue por lo que se muestran más inseguros, les cuesta pasear por calles con poca luz, tienen dificultad para percibir los objetos y muestran las pupilas dilatadas al no responder correctamente a la luz. Muchas veces esta enfermedad se acompaña del desarrollo de una catarata que bloquea completamente la visión.
La atrofia progresiva de la retina no tiene cura, pero sí se conocen tratamientos que pueden ayudar a retrasar sus efectos, por ello es tan importante un diagnóstico precoz para iniciar el tratamiento con la mayor antelación posible. La mejor prevención es la certificación de que el cachorro no posee la enfermedad, esto se logra especialmente cuando se posee el certificado oftalmológico libre de patología ocular de sus progenitores. Se acredita la ausencia de esta enfermedad en las líneas de sangre de las que proviene.
El diagnóstico se realiza a través de técnicas como la oftalmoscopia o la electrorrenitografía (método más eficiente en el diagnóstico de la PRA). El factor genético se dispone de modo autosómico recesivo (se manifiesta si ambos locus están afectados por el gen). Por lo que no se debe realizar crianza con ejemplares portadores del gen, aunque ello no lo parezcan ya que lo podrían transmitir a sus generaciones.
Es un trastorno muscular hereditario en el que existe una deficiencia en las fibras musculares que conducen a una disminución de la masa muscular esquelética. Esta condición sólo se observa en Labradores Retriever y se informó por primera vez en el 1976. Se conoce como Miopatía Hereditaria del Labrador Retriever (HMLR). Se hereda de modo autosómico recesivo (sólo se manifiesta si existen dos copias del gen mutado) por tanto no se debe criar con ejemplares portadores del gen aunque ellos no lo muestren, ya que lo podrían transmitir a su descendencia.
La catarata hereditaria es una opacificación del cristalino que puede llevar a la ceguera total del ejemplar que lo sufre. Es una enfermedad que suele estar muy relacionada con la presencia del PRA (Atrofia Progresiva de la Retina), que puede afectar al Labrador de cualquier edad. En la catarata juvenil podemos presenciarlo en ejemplares de entre 6 y 18 meses de edad, en el que un veterinario experto en oftalmología identificará fácilmente la afección.
Esta enfermedad se transmite por un gen dominante, por lo que todos los perros afectados deben retirarse inmediatamente de la reproducción ya que su descendencia sufriría igualmente las consecuencias de la enfermedad.
La displasia de la retina es una anomalía congénita que conlleva un desarrollo completamente anormal de la retina. Puede darse el caso de una displasia de retina total llevando al ejemplar a la completa ceguera. Es diagnosticable normalmente después de las ocho semanas de edad con un examen específico.
Esta enfermedad también puede ir acompañada de otras lesiones oculares como la catarata hereditaria, microftalmia etc. En algunos casos la enfermedad no tiene síntomas aparentes, mientras que en los casos severos pueden causar la temida discapacidad visual y finalmente ceguera. Los ejemplares afectados desarrollan pliegues en la parte exterior de la retina que son fácilmente examinados por un veterinario. Tiene una presentación bilateral pudiendo llegar incluso al desprendimiento de la retina en casos graves.
El entropión es una malformación del párpado bastante frecuente en el Labrador. El párpado superior normalmente se enrolla hacia el interior, las pestañas irritan la córnea provocando úlceras, conjuntivitis y lagrimeo. Esta enfermedad es de origen hereditario y congénito, con un tratamiento quirúrgico para reestablecer el párpado a su sitio correcto. Puede diagnosticarse en cachorros de entre las 5 semanas y 4 meses.
En el ectropión el párpado se enrolla hacia afuera. Con frecuencia causa una conjuntivitis crónica, aunque dependiendo del caso se puede tratar con colirios y una limpieza e higiene constante del ojo. También existe la posibilidad de realizar una intervención quirúrgica para aliviar la enfermedad. Los perros que sufren esta malformación no deben formar parte de procesos de cría aunque desgraciadamente es bastante común ver la afección incluso en perros de campeonatos usados posteriormente como perros reproductores.