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A lo largo de toda la vida del perro, este entra en contacto con innumerables agentes infecciosos como virus y bacterias, que en ocasiones puede llegar a causarle enfermedades o incluso la muerte. El sistema inmunitario del animal le protege contra estas infecciones, enfermedades y otras amenazas internas o externas. Pero este no siempre mantiene el mismo nivel de defensa, sino que va desarrollando su capacidad a lo largo de la vida del animal. Por tanto, en las primeras etapas de su vida su sistema inmune no estará completamente desarrollado, y su protección dependerá de la calidad y cantidad de anticuerpos que hayan recibido de la madre durante la gestación y la lactancia.
A medida que el perro va creciendo, su sistema inmunitario comienza a segregar sus propios anticuerpos y células inmunitarias. Este proceso comienza a desarrollarse a partir del mes de vida, en el que paralelamente se comienzan a introducir las primeras vacunas, las llamadas "vacunas de cachorro" que normalmente son tres. Estas vacunas refuerzan esta generación de anticuerpos ante las principales enfermedades víricas que pueden afectar a su salud, como por ejemplo el parvovirus, muy crítico en edad joven.
Será a lo largo de la vida adulta (12 meses de vida aproximadamente) cuando este sistema inmune estará prácticamente desarrollado, siendo capaz de enfrentarse eficazmente a una amplia gama de patógenos. Aunque, como ya podemos deducir no es infalible y también estará influido por una buena nutrición, estado físico y estado de ánimo. Será en la edad avanzada cuando comenzará un declive en su sistema inmunológico que le puede poner en mayor predisposición a sufrir infecciones o recuperaciones más lentas. En este sentido, como podéis ver, el proceso es muy similar a lo que experimentamos los humanos.
Las vacunas esenciales son aquellas que se consideran fundamentales para todos los perros, protegiendo contra las principales enfermedades graves y que pueden llegar a ser mortales, especialmente en cachorros. No existe actualmente un plan de vacunación de cachorro a nivel nacional regulado por las Administraciones Públicas, como sí lo está contra la rabia. Por ello, nos podemos encontrar cachorros con una pauta de vacunación incompleta o insuficiente, debido a que las vacunas usadas sean insuficientes, o todo lo contrario, cachorros que están revacunados. Es tan perjudicial el exceso, así como el defecto, por lo que encontrar un equilibrio es fundamental.
1ª Vacuna de cachorro: A los 45 días aproximadamente se les pone la vacuna bivalente contra el moquillo y el parvovirus. La etiqueta de la vacuna debe poner CPV (Parvovirus) y CDV (Moquillo).
2ª y 3ª Vacuna de cachorro: a los 21 días de la primera vacuna y segunda vacuna, debemos poner la vacuna pentavalente. Lo ideal es que proteja contra el Moquillo, Adenovirus, Parainfluenza, Parvovirus, Leptospira.
A los tres meses de vida la vacuna obligatoria de la Rabia.
El parvovirus canino es una de las enfermedades virales más graves y contagiosas que afectan a los perros de cualquier raza, especialmente los cachorros jóvenes. Esta enfermedad es causada por el canine parvovirus (CPV), un virus de ADN muy resistente que afecta al tracto gastrointestinal. Es altamente contagioso y muy resistente en el ambiente, pudiendo sobrevivir incluso meses en el mismo. Se diagnostica mediante un test rápido con una muestra de heces diluida en un reactivo (como los usados en nuestro COVID).
Esta enfermedad en su variante canina no es zoonótica, es decir no se transmite a los humanos. Por ello, no está establecida como una vacunación obligatoria por la administración, como sí ocurre con la Rabia. Pero ello no obsta, a que no se tenga que incidir en su importancia por las graves consecuencias que puede tener en nuestro animal. No nos tienen que obligar administrativamente a ponerla para que adquiramos la responsabilidad de inmunizar a nuestro animal a lo largo de toda su vida.
Su sintomatología es grave e incluye diarrea severa con sangre, vómitos persistentes, fiebre, pérdida de apetito y consecuentemente deshidratación y letargo. La enfermedad progresa rápidamente y requiere de un sistema inmunológico fuerte y desarrollado para poder atacarlo. Como podemos deducir, tiene una alta mortalidad en los cachorros, especialmente los más jóvenes cuya tasa de supervivencia en estas edades es muy reducida.
Por ello, los pequeños deben ser vacunados de esta enfermedad en su pauta de "vacunación de cachorro", siendo una de las primeras enfermedades con las que se inoculan. En cada una de las tres dosis de cachorro se incluye el Parvovirus, de echo la primera vacuna suele ser exclusiva de esta enfermedad, que sirve además como entrenamiento para el sistema inmunológico en la generación de anticuerpos por vacunas. Posteriormente, las siguientes dosis serán en vacunas combinadas junto con otras enfermedades que posteriormente describiremos.
En la edad adulta es conveniente reforzar esta inmunización puesto que tiende a perderse con los años, con la vacuna polivalente. Por ello, cada fabricante establece el tiempo adecuado de revacunación para cada una de las enfermedades, ya que la inmunización de muchos suele durar 2 y 3 años. Es conveniente comentar con nuestro veterinario la intención de revacunar en la pauta anual de vacunación a nuestro perro adulto de estas enfermedades, llevar un control de cuando debemos poner cada una de ellas y de escuchar responsablemente sus indicaciones para cuidar de la salud de nuestro animal.
Perro afectado por el parvovirus. Podemos ver a la derecha las secreciones sanguinolentas características de esta enfermedad y el letargo.
El moquillo canino o también conocido como distemper canino, es una de las enfermedades virales más graves que afectan a los perros. Es altamente contagiosa afectando a sistema respiratorio, digestivo y nervioso. Causado por el virus del moquillo canino (CDV) con gran mortalidad en perros no vacunados. Se transmite a través de las gotas respiratorias que un perro infectado expulsa al toser, estornudar o incluso respirar cerca de otros perros. También hay contagio por juguetes contaminados, alimentos, camas o jaulas.
La sintomatología inicial se caracteriza por mostrar fiebre, secreción nasal y ocular, conjuntivitis, tos y estornudos, pérdida de apetito, letargo e incluso vómitos o diarrea. Posteriormente, si la enfermedad avanza, pueden aparecer convulsiones, parálisis, problemas de coordinación, encefalitis, neumonía y parálisis total. Es una enfermedad frecuentemente mortal, aunque en algunos casos puede haber una buena remisión.
La vacunación temprana es la medida más eficaz para prevenir el moquillo. Forma parte de la ya mencionada vacuna polivalente que se inocula en la segunda y tercera dosis de cachorro. Como recordatorio anual en adultos también podemos poner esta vacuna.
El virus de la rabia es una enfermedad viral grave mortal que afecta principalmente a mamíferos, incluidos el perro y el ser humano. La transmisión entre especies que se puede dar en esta enfermedad es lo que se conoce como zoonosis. Debido a ello y al peligro que supone para la población, las administraciones públicas establecen un estricto control de vacunación anual obligatoria que extinga esta enfermedad en el territorio nacional.
La rabia se erradicó en España en el año 1978, no obstante, en el 2013 hubo un caso en un municipio nuestra provincia de Toledo, de un perro con rabia que venía de Marruecos. Desde entonces, se puso mayor incidencia en la inoculación de esta enfermedad y en medidas activas para su prevención en la importación, exportación de animales, control de las aduanas mediante pruebas serológicas de detección y control de la vacunación.
Esta enfermedad afecta al sistema nervioso central, produciendo una inflamación en el cerebro lo que se conoce como encefalitis y síntomas neurológicos graves. La rabia se contagia a través de la mordedura de un animal infectado, o incluso por un arañazo. En los perros la enfermedad les hace volverse extremadamente agresivos, mordiendo o atacando incluso sin provocación. También puede provocar convulsiones, dificultad para tragar y la característica excesiva salivación. En la última fase de la enfermedad, se produce la parálisis de las extremidades y finalmente de los músculos respiratorios llevando a la muerte por insuficiencia respiratoria.
La regulación de la vacunación antirrábica es una competencia autonómica, esto genera incongruencias en el territorio español puesto que podemos encontrarnos comunidades que obliguen a inocularse y otras que no. Por otro lado, la nueva Ley de Bienestar Animal, no se pronuncia específicamente sobre esta situación, sino que obsta a los propietarios a acogerse a la obligación de vacunar a sus animales con las pautas establecidas por las comunidades y los municipios en los que vivan.
En Castilla-La Mancha, la vacunación obligatoria se regula en Artículo 4 de la Orden 02/06/2014, por la que se establece el Programa Zoosanitario Básico de Cánidos, Félidos y Hurones. Será obligatorio vacunar anualmente contra la rabia a los perros mayores de tres meses en Castilla-La Mancha, además de dejar constancia registral en la SIIA que es el sistema de identificación electrónica de animales de dicha comunidad.
Por lo tanto, esta es la vacuna que se suele poner en la practica junto con el chip de identificación, puesto que no podemos ponerla si el animal no tiene este microchip y su identificación.
La tos de las perreras o también llamada Traqueobronquitis infecciosa canina, es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa en cánidos pero cuya evolución no suele ser grave. Se caracteriza principalmente por una tos seca y persistente, fiebre, letargo y dificultad respiratoria, similar a un cuadro griposo en humanos.
Lo causan principalmente dos virus: la Parainfluenza Canina y el Adenovirus canino tipo 2 (CAV-2), aunque este último es menos común.
Normalmente la enfermedad cursa como un cuadro de gripe, y no suele generar complicaciones en perros adultos con buen estado de salud. Aunque la sintomatología puede derivar a la de la neumonía si el animal tiene un sistema inmunológico debilitado, es un cachorro o si es mayor. Por lo general, un perro adulto, sano y en buena forma física se recupera completamente en el plazo de 2 a 3 semanas de tratamiento.
En la vacuna Polivalente, que es un tipo de vacuna combinada con otras enfermedades, se incluye una cepa de Parainfluenza. Esta vacuna suele constituir la segunda dosis y la tercera en los planes de "vacunación de cachorro". Además, también es la que puede ponerse en el recordatorio anual cuando ya son adultos (comentado en el parvovirus).
El Coronavirus canino es una enfermedad viral que afecta a los perros, que aunque se denomina de forma similar al SARS-CoV-2 responsable de la pandemia del 2020 en humanos, este Coronavirus canino es una enfermedad distinta que no se transmite entre especies (no es zoonótica) es decir, no se contagia a los humanos en ningún caso.
Existen dos tipos principales de coronavirus canino:
CCoV tipo I: es el tipo más común de coronavirus canino y está relacionado con infecciones gastrointestinales. Es el más prevalente en perros jóvenes, transmitiéndose por contacto directo entre perros, por objetos contaminados y queda de manera residual en las superficies. Produce principalmente diarrea acuosa o con moco que en algunos casos puede contener pequeñas cantidades de sangre por la irritación del tracto intestinal, vómitos y fiebre. Esto va aparejado de pérdida de apetito y consecuente deshidratación. En la mayoría de los pasos la sintomatología es leve y los perros se recuperan solos sin necesidad de tratamiento, pero en caso de cachorros o perros inmunocomprometidos, la infección puede ser más grave y llegar a causar la muerte.
CCoV tipo II: este tipo es una variante más rara y similar a la de los humanos puesto que está relacionado con enfermedades respiratorias y gastrointestinales más graves. Tiene una sintomatología de vómitos, fiebre, pérdida de apetito, deshidratación y diarrea acuosa con sangre, que en muchos casos va acompañado de tos y dificultades respiratorias. El pronóstico es generalmente bueno en los casos en los que el animal tiene un sistema inmunológico bien desarrollado, pero en cachorros, perros mayores o inmunocomprometidos puede producir cuadros más graves.
La transmisión de ambas suele ser por vía fecal-oral con superficies que tengan este virus, por ello la mejor forma de evitarlo es realizar una buena prevención mediante la limpieza y desinfección de las zonas caninas especialmente las de cachorros y una vacunación exhaustiva. La vacuna contra el coronavirus es opcional, si bien es cierto que últimamente ha habido un repunte de casos especialmente entre cachorros, por lo que es recomendable vacunar a la madre antes del proceso de gestación para que transmita los anticuerpos a los cachorros desde la lactancia.
Es una enfermedad infecciosa causada por la especie Leishmania Infantum, transmitida por la picadura del mosquito flebótomo infectado o también llamado mosquito de arena. Este mosquito cuando pica a un perro infectado, puede adquirir parásitos de esta especie y transmitirlos a otros perros u otras especies. El mosquito se encuentra principalmente en zonas rurales, boscosas y costeras, principalmente durante el atardecer y la noche, y sobre todo en entornos cálidos y húmedos.
Las formas clínicas de la enfermedad son principalmente dos:
Leishmaniosis visceral: consiste en la afectación de los órganos internos que va produciendo su degradación hasta causar un fallo multiorgánico. El animal va debilitándose, perdiendo peso paulatinamente. Es una de las peores formas que tiene la enfermedad de manifestarse, porque aunque no es visualmente muy impactante, las consecuencias que provoca son irreversibles y graves.
Leishmaniosis cutánea: el parásito afecta a la piel provocando alopecia, costras y cicatrices permanentes, especialmente en zonas como patas, orejas, cara y alrededor de los ojos. Esta forma es la que visualmente parece más grave, pero sin embargo es la que más longevidad ofrece.
La principal forma de prevención es a través de la vacunación previa, y el uso de collares o pipetas específicas contra el mosquito flebótomo. La vacunación no previene completamente la infección, pero sí ofrece varios beneficios:
Reducción de la gravedad de la enfermedad, especialmente reducción de probabilidad de desarrollar la forma visceral.
Menor carga parasitaria: la vacuna puede reducir la cantidad de parásitos presentes en el cuerpo del perro.
Mejor pronóstico: en perros infectados, la enfermedad suele ser más leve, mejorando la calidad de vida y mayor esperanza de vida de estos animales.
La vacuna no elimina la necesidad de aplicar otras medidas preventivas como el uso de repelentes, la limitación de la exposición a flebótomos (por la noche o al atardecer) y tiene una efectividad variable ya que en zonas endémicas, la efectividad de la vacuna suele ser menor. Es recomendable el uso de mosquiteras donde duermen los perros, evitar zonas con agua estancada y realizar chequeos veterinarios recurrentes para detectar signos tempranos especialmente en zonas endémicas.